jueves, 13 de junio de 2013

Intervención de Fernando Maura en las VII JORNADAS DE LAS UNIVERSIDADES PÚBLICAS MADRILEÑAS SOBRE EL SÁHARA OCCIDENTAL


«Venimos, una vez más, convocados por la UAM a debatir entre los diferentes partidos políticos con representación parlamentaria la situación del Sáhara. Para empezar, diré que se trata de un debate muy oportuno, entre otras cosas porque un asunto tan importante como el del Sáhara para nuestra acción exterior –y en alguna medida, también para completar nuestras responsabilidades como antigua Potencia Colonial, porque estas no concluirían hasta la celebración del referéndum de autodeterminación-, no se encuentra en los últimos tiempos en el debate público en España, más allá de acontecimientos de importancia puntual, y hasta cierto punto de vista fugaz, como la huelga de hambre de Aminetu Haidar en el aeropuerto de Lanzarote, la devastación por Marruecos del campamento de Gdeim Izik en el Aaiún, o el reciente fiasco que se ha producido por la resolución de Naciones Unidas con ocasión de la propuesta de incluir en el mandato de la Minurso la observación del estado de los DDHH en su ámbito de actuación.
Pero estas son situaciones que, lejos de situar bajo los focos una cuestión tan importante como es la del Sáhara y el cumplimiento del compromiso de España y del conjunto de la comunidad internacional con su población, arrojan solamente pequeños flashes que se podría decir se agotan por sí mismos en un totum revolutum del diario y constante fluir de noticias, en el que solo terminan destacando los cuantiosos casos de corrupción, la crisis económica, los desafíos soberanistas o, para salir de nuestras fronteras, la definición de una UE sumida en una profunda crisis de legitimidad, la guerra civil en Siria o si ha estallado una nueva primavera árabe, esta vez en Turquía, solo por poner algún ejemplo.
Lo hemos dicho muchas veces a nuestros compañeros y amigos del POLISARIO: a pesar de la gravedad de la cuestión, de la implicación que tiene respecto del Sáhara España, de lo que significa nuestra afectación por lo que ocurre y pueda ocurrir en el Magreb, se trata de un asunto que no está en el debate público y, por supuesto, tampoco en el publicado.
Se trata de una responsabilidad que compartimos, desde luego. El interés, primero, de las autoridades políticas de los diferentes gobiernos que se han venido sucediendo, porque este posible debate público permanente en España sobre el Sáhara pondría en serios aprietos la política de acercamiento que ha venido siguiendo nuestro país hacia los intereses de Marruecos (o de Francia, que viene a ser lo mismo); la dependencia que generalmente tienen los medios de comunicación respecto de los poderes públicos; la secular indiferencia que tenemos los españoles respecto de las cuestiones de la política exterior...
Todo eso es cierto, es el escenario del viejo asunto de los intereses creados, donde eso de la realpolitik (que a veces es la más pobre expresión de los intereses de un país, muchas veces confundidos con los intereses de ciertas personas concretas o de determinadas empresas), eso del realismo político, condiciona actitudes y determina las consecuencias de la política española. Es cierto; pero los intereses creados no siempre lo son tales sobre lo que podríamos definir como los intereses verdaderos o verdaderamente reales de los países concernidos.      
Está claro, pero me gustaría también aprovechar esta ocasión para salir del ámbito general del aparente consenso básico que generalmente se produce en estas jornadas, un consenso que viene a decir algo así como que todos constatamos que las cosas del Sáhara están mal, que los gobiernos no cambian de actitud, que los saharauis lo están pasando mal (especialmente ahora, como consecuencia de la reducción de ayudas correspondientes a la cooperación internacional, lógica aunque solo hasta cierto punto dada la crisis económica que nos afecta), pero que, frente a esa actitud, los que nos sentamos aquí no participamos de esa forma de actuación, y que nuestras acciones las preside un espíritu muy contrario a lo que se viene imponiendo por los gobiernos en el transcurso de los años.
Ese sería el consenso habitual en estas jornadas. Pero, ya digo, me gustaría aprovechar la oportunidad que me conceden y la altísima representación saharaui que aquí se congrega para formular una tesis que yo llamaría la del doble compromiso. Y me explico: el Frente POLISARIO y el gobierno de la RASD, una vez acabada la guerra entre Marruecos y el Frente POLISARIO, a partir de 1991, y en cumplimiento de los acuerdos que llevaron al alto el fuego, concentraron su actuación en el marco diplomático. Más de dos décadas han transcurrido desde entonces, de una apuesta que apenas si ha obtenido resultados significativos.
Junto a ello, Marruecos, conocedor de que el tiempo juega a su favor, se emplea en ese particular tablero de juego en dejar pasar reuniones y convocatorias, y mientras tanto, continuar con su acción represiva sobre los ciudadanos saharauis en los territorios ocupados, a la vez que anuncia su intención de plantear una autonomía para el Sáhara. Una represión que es efectiva, y una autonomía que no lo es, y seguramente no lo será, porque solo se pone sobre la mesa como la propuesta marroquí en el referéndum, que ya no sería de autodeterminación, sino de autonomía... o nada.
Poco ha cambiado, salvo la represión en los territorios ocupados y la penuria que se extiende entre los refugiados en Tinduf, una penuria que crece -lo decía antes- como consecuencia de la crisis que afecta a los países occidentales, especialmente a los europeos y más en particular a España.
Y casi 25 años después de la guerra, está creciendo una nueva generación en los territorios ocupados y en los campamentos. Una generación que ya no entiende demasiado de una estrategia que no ofrece salidas, porque apenas consigue nada, y que llama a la insurrección, a una nueva intifada, ahora en versión saharaui.
Urge, por lo tanto, un cambio de actitud. Y no me refiero a regresar a la guerra, tampoco a provocar una intifada saharaui. Nadie habrá más distante de esa posibilidad que quien les habla. No me refiero a eso, pero sí a una estrategia que ponga a cada uno (a los gobiernos, a los partidos, a las instituciones internacionales) frente al espejo de sus propias responsabilidades.
Una actitud que señale la existencia de una especie de semáforo ámbar, que diga que la luz roja de la frustración y la ira está ya cerca, y nuestro deber es conjurarla mediante una nueva proactividad que genere esperanza y alternativas reales que conduzcan al Pueblo Saharaui, y sobre todo a los Jóvenes, a un nuevo horizonte de futuro.
Pero no solo se trata, desde luego, de un compromiso del Frente POLISARIO y del gobierno de la RASD. También se trata de la transformación del compromiso por parte de los partidos que apoyamos la causa saharaui, acompañando de manera nítida a los saharauis en sus exigencias. En lo que nos pidan. Sin ambigüedades, ni dobleces, ni subterfugios.
Un doble compromiso que debe nacer de la valentía y de la necesidad. De la valentía de quien sabe reconocer que cualquier recorrido tiene un límite, y de la necesidad de ofrecer respuestas a las jóvenes generaciones, que tienen derecho a un futuro sin privaciones innecesarias y, sobre todo, en libertad. Un compromiso doble que afecta -desde nuestro punto de vista- al POLISARIO y al gobierno de la RASD, pero también nos afecta a nosotros, a quienes debemos apoyarles sin reservas.

Y en la parte que nos corresponda -y nos corresponde- en ese compromiso, Unión, Progreso y Democracia, se lo aseguro a todos ustedes, sabrá estar a la altura de lo que se le exija.»

2 comentarios:

  1. Los Saharauis forman parte de nuestra historia y nunca se debe olvidar la historia y las responsabilidades.
    Gracias por ésta conferencia D.Fernando.

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