miércoles, 16 de octubre de 2013

El discurso de Picardo


No puedo menos que referirme al discurso que el ministro principal de Gibraltar pronunciara la semana pasada en la Asamblea General de las Naciones Unidas. Sus acusaciones contra nuestro país, entre las que se encuentran la de disparar a civiles gibraltareños, propagar el odio contra la población del Peñón y ocupar territorio y aguas británicas se han encontrado con una respuesta silenciosa por parte del gobierno británico

Tampoco nuestro gobierno ha respondido mucho mejor, carente como está de estrategia y sumido como siempre en la improvisación; pues si bien es grave lo que manifestó el ministro principal, lo cierto es que no ha dicho cosa distinta de lo que ha venido repitiendo en todos los medios a los que ha tenido acceso: una carencia de anticipación, en suma. Además, no se ha exigido por nuestro gobierno rectificación alguna al británico, con lo que cumplimos con la máxima de los pusilánimes, atacar al que se cree que es más débil, porque contra el más fuerte ya sabemos que nada podemos.

Aunque no deja de ser cierto que el único culpable de la crisis es el propio Picardo. Fue su gobierno quien dio por roto el acuerdo con los pescadores españoles y comenzó su acoso sobre los mismos y sus familias; fue una empresa contratada por ese gobierno la que arrojó 70 bloques de hormigón en aguas territoriales españolas y ha sido su principal responsable quien ha difamado a España en los foros internacionales.

Picardo es un buen nacionalista. Y sigue en esa práctica los guiones previstos por este tipo de gentes: ha creado un enemigo externo y se presenta a sí mismo como víctima.

Por decirlo más claro aún: la Guardia Civil no dispara sobre gibraltareños. Al contrario, es un ejemplo de profesionalidad y servicio público que, notablemente en la bahía de Algeciras, lleva años demostrando templanza y contención, pese a la provocaciones de la policía gibraltareña, que en lugar de cooperar en la persecución del crimen, obstaculiza la labor de la Benemérita, cuando no protege a los sospechosos.

Que de los miles de vehículos de residentes gibraltareños en España que a diario cruzan la frontera hayan aparecido uno o dos con las ruedas pinchadas, no prueba ninguna campaña orquestada por nuestro país contra los ciudadanos del Peñón —muchos de ellos, no lo olvidemos, residentes en España—, mucho más cuando las supuestas víctimas ni siquiera denuncian estos hechos ante nuestra policía, con lo que no parece que los daños ocasionados hayan resultado cuantiosos.

Y, como buen nacionalista que es, Picardo pretende para Gibraltar el estatus jurídico de nación —no lo digo yo, se le escapó al propio ministro principal ante un think tank. Con la Corona británica en la jefatura del Estado, de la misma manera que ocurre en Australia o Canadá, perpetuando así su paraíso fiscal.

Claro que el desnortado gobierno de Su Majestad se encuentra sumido en muchos problemas, como el referéndum por la independencia de Escocia, el relativo a la permanencia en la UE y el auge del también nacionalista UKIP, por señalar algunos otros nacionalismos en presencia. De modo que Picardo bien podrá seguir con el mareo de su particular perdiz.


Los nacionalistas no necesitan que su discurso se atenga a la realidad; por el contrario, la distorsionan. No importa que hayan ocupado de manera ilegal el istmo, que intenten ejercer jurisdicción sobre unas aguas que nunca le fueron cedidas, que practiquen rellenos de arena ganando terreno a aguas españolas o que pongan en peligro el medio ambiente con vertidos, submarinos nucleares o bunkering. Son nacionalistas, eso es todo. Y su discurso apela al sentimiento, aunque sus verdaderos propósitos estriben en la preservación de sus intereses económicos. Nada nuevo, por lo tanto.

1 comentario:

  1. Éste escrito no deja ningún tema sin tocar.
    El nacionalista Picardo tiene otra característica nacionalista es un mentiroso compulsivo.

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