sábado, 13 de junio de 2015

El Espacio Humanitario en Buenaventura, un nuevo ¡Basta Ya! (elPeriodista.es)


Publicado originalmente en elperiodista.es, el 11 de junio de 2015

Buenaventura es una ciudad situada en el suroeste de Colombia y su población es mayoritariamente afroamericana. Diversas organizaciones internacionales han dado testimonio de las pésimas condiciones socioeconómicas en que vive la ciudad así como de sus altos niveles de violencia, a manos de grupos armados ilegales.

Buenaventura es un puerto de mar. Por él circula aproximadamente el 50% del comercio exterior colombiano. Y ese tráfico se verá incrementado con la aplicación de un nuevo tratado multilateral de libre comercio.

A pesar de que Buenaventura tiene una posición privilegiada, el 80% de sus 500.000 habitantes vive en la pobreza y la tasa de paro alcanza el 63%. Como ha dicho el obispo Héctor Epalza, «vemos entrar y salir la riqueza, pero solo como espectadores».

La presencia de grupos paramilitares ha sido una constante en Buenaventura. Después de la negociación con unos grupos, otros tomaron su puesto, controlando el puerto a través de la práctica de la violencia que alcanza la cifra de 31 muertos con una tasa de 49,6 por 100.000 habitantes, por encima de la media nacional, de 31.

Buenaventura ha sido también una ciudad de desplazados: 13.000 en 2013.

El Gobierno Santos decidió militarizar la ciudad en 2014 y la violencia se redujo. Pero su práctica no se ha detenido: entre abril y diciembre fueron asesinadas 96 personas. También ha continuado la terrible acción de los grupos paramilitares consistente en desmembrar los cadáveres de las víctimas y arrojarlos al mar o enterrarlos en fosas comunes.

Ya en abril de 2014, los habitantes de la calle de Puente Nayero, crearon el llamado Espacio Humanitario, con la pretensión de construir un espacio libre de paramilitares en un contexto urbano. Está inspirado en las Zonas Humanitarias creadas en otras partes del país, iniciativas comunitarias que pretenden la continuidad de la vida a pesar del asedio paramilitar.

La comunidad de Puerto Nayero ha realizado un censo de las 302 familias y está delimitando los espacios para construir alternativas a la violencia, intentar romper el cerco del miedo y conseguir la autoprotección de la población civil respecto de los grupos armados.

Desde su formación, la comunidad ha podido recuperar una cierta normalidad. Sin embargo, el hostigamiento y las amenazas en contra de sus miembros han sido constantes.

La narración de los representantes de Espacio Humanitario me devuelve el recuerdo de los tiempos de ¡Basta Ya! en los peores años de la intimidación y el asesinato de los terroristas en el País Vasco. Su relato de cómo conseguían clausurar la casa de pique –local adonde los paramilitares se llevaban a las gentes para descuartizarlas, a veces vivas-, en una acción popular masiva y sin armamento, me reconcilia con la idea de que la tan vilipendiada condición humana todavía es capaz de alcanzar objetivos muy importantes.

La lucha de Espacio Humanitario no ha hecho más que empezar. Sus gentes, la sociedad civil el Gobierno colombianos deben proseguir en ese empeño. Pero no está de más que desde España y desde Europa les prestemos alguna atención. Si la libertad es indivisible, el derecho a la vida y a una vida en normalidad también lo son.

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