lunes, 3 de octubre de 2016

El PSOE y la ausencia de política



Publicado originalmente en El Español, el día 2 de octubre de 2016

Asistimos a momentos de enorme confusión. Estamos instalados en un tiempo en el que -como en la noche más oscura- todos los gatos parecen pardos. Y es que somos contemporáneos de una situación en la que los ruidosos debates que agitan el panorama político responden aparentemente a causas y motivaciones que no están en la realidad de las cosas.

Nuestra época se corresponde a un momento en que la distancia entre lo que se dice y lo que se hace en política es tan larga que, quien está entre bastidores de lo que ocurre, corre el riesgo de ser tomado como un indocumentado simplemente por narrar aquello que experimenta y ve con sus ojos. Algo o mucho de esto viene a cuento del espectáculo que contemplamos en el PSOE, donde dos bandos enfrentados se disputan el dominio del partido.

Cualquier conocedor de la situación sabe muy bien que lo que ahí se está produciendo va más allá de las posiciones que sobre la formación de un gobierno para España mantienen ambos grupos. Es más, resultaría perfectamente posible que las posturas sobre la investidura de Mariano Rajoy estuvieran invertidas si las circunstancias de los contendientes fueran otras. Porque en realidad, lo que se discute es quién manda en el PSOE; es decir, se lucha por el poder y en la lógica del poder, y no por la Política o en la lógica de la Política.
El Poder es siempre absolutista. El poder aspira sólo a mandar y a ser adorado. La Política es la implicación de todos en la solución de los problemas comunes.

Tenemos próximo un ejemplo parecido. París se conmueve esta semana con las revelaciones de Patrick Buisson, antiguo consejero áulico del ex presidente Sarkozy, que en un libro titulado La Cause du peuple pone el dedo en la llaga señalando muchas de las miserias que afectan a toda la clase política francesa.

Preguntado por los periodistas sobre los motivos que mueven sus revelaciones, Buisson niega tajantemente las acusaciones de deslealtad, para afirmar literalmente que en Francia, desde hace treinta años, no hay conflicto político sino una inmoral y cruel lucha por el poder revestida de apariencia política en la que a ninguno de los contendientes les importa otra cosa que reforzar su control y aniquilar al adversario.

Y es que poder y política no son la misma cosa. Lo explica de manera muy sugestiva Alain (Émile Chartier) -uno de los hijos más ilustres que ha tenido la democracia en Francia- en un libro que acaba de aparecer en España, El Ciudadano contra los Poderes, y que como tal es una importantísima novedad, imprescindible para comprender lo que nos está pasando.

Alain fue el maestro de Simone Weil, de Sartre, de Raymond Aron, de André Maurois y de centenares de catedráticos franceses. Ejemplo de ciudadano republicano -léase demócrata-, el gran constructor del pensamiento radical que influyó tanto en nuestro Azaña y en los intelectuales italianos. Un gran maestro que con su ejemplo y su obra enseñó a los franceses lo que es la democracia, distinguiendo nítidamente entre poder y Política.
Lo que hay detrás de la actual crisis socialista, que no es el noble ejercicio de la política sino la simple lucha por el poder

El Poder es siempre absolutista. El poder aspira sólo a mandar y a ser adorado. La Política es la implicación de todos en la solución de los problemas comunes. La toma de posturas y el debate sobre las cuestiones de la realidad cotidiana; es decir, la discusión sobre la sanidad y la forma de administrar sus recursos, la emigración relacionada con las necesidades demográficas, nuestra universidad descompuesta por Bolonia, las jubilaciones a los 55 años, las cautelas a imponer a los poderes financieros… Problemas que hay que afrontar y no pretender sepultar a base de la eterna repetición de eslóganes.

Eso es Política, esa fue la gran enseñanza de Alain, que se resistía a reducir la política a un mero ejercicio de dominación. Qué importa cuál sea la Constitución si cuando los ciudadanos se dejan gobernar todo queda dicho -afirmaba Alain-. Por eso, el único remedio al abuso de poder al que sus titulares tienden irremediablemente es a la irrupción ciudadana en la vida pública. El poder -los poderes- no pueden sobre el ciudadano consciente sino a cambio de ejercer la Política y, en este caso, la harán con el ciudadano, no contra él.

Eso lo enseñó Alain en este libro que recoge sencillos artículos de periódico, los famosos Propos. Artículos que vienen a cuento para saber lo que hay detrás de la actual crisis socialista, que no es el noble ejercicio de la política sino la simple lucha por el poder.

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