jueves, 29 de junio de 2017

Intervención en la comparecencia del secretario de estado para la Unión Europea

Intervención en la comparecencia del secretario de estado para la Unión Europea (Comisión Mixta para la Unión Europea, 21 de junio de 2017)



A. Consejo artículo 50.

1. Después de las elecciones que se han producido en el Reino Unido, una vez que en contra de todas las encuestas y de las expectativas de la Primera Ministra, el partido conservador ha perdido la mayoría absoluta de que disponía. Eso la conduce a formar una coalición con los unionistas irlandeses, que mantienen una posición diferente e al Partido Tory en bastantes asuntos, como el relativo a las fronteras entre el Ulster y el sur de Irlanda.

Esta nueva situación ha llevado a asegurar a algunos actores y analistas políticos que el Brexit que negociará el nuevo gobierno británico será "soft".

¿Será así? ¿Qué es mejor para la UE? Un negociador fuerte y con una mayoría sólida o un negociador débil y dependiente de mayorías parlamentarias inestables?

En la presentación formulada por el SEUE no he encontrado ninguna reflexión sobre este asunto, por lo que en su segunda intervención me gustaría que me concretara la opinión del Gobierno.

Lo ha hecho el Sr. Secretario de Estado, pero creo que en todas las intervenciones que hagamos debemos poner en valor la necesidad de que los ciudadanos son lo primero, que no pueden convertirse en rehenes que se vean atrapados por una situación que ellos no han provocado, que tomaron decisiones personales, familiares y profesionales amparadas en la vigencia de unos Tratados que así se lo permitían.

2. Agencia Europea de medicamentos. ¿Qué oportunidades tendrá Barcelona, para hacerse con esa sede?

B. Consejo a 28.

Empezaré diciendo que resulta algo kafkiano -si me permite la expresión- que presente usted como una de las conclusiones del Consejo el reforzamiento de la unidad europea en presencia de un socio que está negociando su salida.

Paradojas aparte, qué opinión le merecen al Gobierno cuestiones que ya se están planteando en los foros de comunicación, como son unas instituciones propias para los países euro, presupuesto propio para países euro, reforma de los Tratados o bien Europa a dos velocidades, cooperación reforzada...

Entendemos que estamos en un momento de la existencia europea en la que una mera mención de los asuntos que se van a tratar no es suficiente. Es preciso dotar de política, de buena política a los debates sobre Europa, sobre la UE. Yo le rogaría que nos explique la opinión del Gobierno sobre todo eso.

Entrando en los asuntos del borrador.

1. Seguridad y Defensa.

- Seguridad interna y lucha contra el terrorismo.

Sólo la colaboración entre los Estados miembros, de sus cuerpos y fuerzas de seguridad, y de sus servicios de inteligencia nos llevarán a combatir este gravísimo problema. Como vasco, como español también, debo señalar que España cuenta con experiencia en este sentido, después de librar décadas de lucha en contra del terrorismo de ETA. Es verdad que el terrorismo yihadista tiene componentes singulares, pero su combate, practicado desde el estado de derecho y sin pérdida de los valores que acreditan a la UE, sólo puede producirse desde la colaboración.

- Defensa

La mejor y mayor integración europea que desea nuestro grupo y buena parte de la sociedad española tiene como uno de los elementos principales la defensa, uno de los aspectos, recordémoslo, en los que el Tratado —a través de su artículo 42— permite una mayor capacidad de cooperación reforzada.

Las recientes posiciones de nuestro principal socio del otro lado del Atlántico nos obligan a construir un pilar europeo de la defensa, que es, además, uno de los espacios de mayor consenso para la integración política de Europa entre los 27 Estados miembros.

2. Trabajo, crecimiento y competitividad.

- Mercado único.

En este punto, además de señalar la importancia que tiene para nuestro grupo que Europa necesita más crecimiento para absorber las tasas de paro que aún tiene en muchos de sus países, en especial en el Sur de Europa, debemos subrayar un factor clave que aparece en el borrador previo al Consejo y que se refiere a la interconexión energética. En el reciente encuentro entre el presidente Rajoy y el presidente Macron, ¿se llegó a tratar de este asunto? ¿A qué conclusiones llegaron ustedes en su caso?

- Comercio

No debo evitar nuestra satisfacción por el hecho de que los acuerdos comerciales entre la UE y Mercosur y México aparezcan en el borrador. Del mismo modo a como ocurría en materia de Defensa, la posición proteccionista norteamericana nos debería llevar a reforzar nuestra alianza comercial, económica y política con estos y otros países latinoamericanos. Nuestro grupo tiene además la satisfacción de la aprobación, ayer mismo, de una PNL en la Comisión de Asuntos Exteriores del Congreso que contiene nuestra posición respecto del acuerdo UE - Mercosur y que entiendo que deberá servir de guía para la acción política del Gobierno en este ámbito.

3. Emigración.

Trataré en este punto el debate superpuesto a la comparecencia ordinaria, de acuerdo con la correspondiente solicitada por el PNV.

Recordemos que el compromiso de acogida de refugiados de España adquirido en 2015 fue de 17 337 personas en dos años y que el fin del plazo se producirá el 26 de septiembre de este mismo año.

En reasentamiento desde Jordania, Líbano y Turquía: el compromiso era de 1.449; en reubicación desde Grecia e Italia el compromiso era 15 888.

A día de hoy han llegado: 1.304 personas (418 reasentados: 232 desde Líbano y 186 desde Turquía bajo el mecanismo 1 por 1; 144 reubicados desde Italia; 742 reubicados desde Grecia).

La fotografía del acuerdo es clara: España no va a cumplir con el compromiso que adquirió en su día, a pesar de lo que tantas veces nos habían prometido los diferentes responsables políticos: los señores García Margallo y Eguidazu y los señores Dastis y Toledo, que comparece en esta ocasión.

Más allá de las manifestaciones que ha hecho el SEUE, debemos constatar que, además de que España no ha cumplido con su compromiso (permítanme decir que tampoco se trataba de que nos abrieran expediente, como lo ha hecho la Comisión con Chequia, Hungria y Polonia...), el sistema de asilo español no funciona:

‒ Todavía no se ha aprobado un Reglamento de desarrollo de la Ley de Asilo de 2009.
‒ No se ha enviado a personal experto a países como Grecia para acelerar los trámites de la reubicación.
‒ Los plazos de concesión del estatuto de refugiado son excesivamente prolongados (se tardan en resolver las solicitudes cerca de tres años).
‒ Las plazas de acogida no se han aumentado casi desde que empezó la crisis.
‒ No se facilita la reunificación familiar (según la legislación española sólo es posible tramitarla con hijos menores de edad o padres/madres dependientes). Son trámites largos y complicados. Podría también ampliarse la definición de “unidad familiar”.
‒ Es complicada la homologación de títulos.
‒ Debería existir una mayor coordinación entre las administraciones nacional, autonómica y local.
‒ Podrían crearse mejores programas de integración laboral: formación, prácticas, etc., y evitar que se trabaje en economía sumergida y la precariedad.

Ya sé que casi todas estas críticas no corresponden a la competencia del SEUE, pero es que él responde en nombre del Gobierno y es el Gobierno el que no está dando la talla en este aspecto.

Existen otros inconvenientes a la hora de acceder al sistema de protección internacional:

‒ Las oficinas de asilo no son fácilmente accesibles y tienen un número de personal insuficiente. Son especialmente inaccesibles las oficinas de asilo en Ceuta y Melilla por la imposibilidad de salir de Marruecos.
‒ España no contempla la posibilidad de concesión de visados humanitarios (Italia sí lo ha hecho).
‒ Tampoco se contempla la posibilidad de solicitar asilo en Embajadas. (Parece que éste último extremo está en revisión, según la explicación que acaba de darnos el SEUE. Espero que así sea).
‒ No se conceden tampoco visados para estudiantes.

Como sugerencia para mejorar nota y evitar el suspenso en septiembre:

Debería aumentarse el número de plazas de reubicación, ampliando los criterios de inclusión en dichos programas de tal manera que incluyan a todas las personas solicitantes de asilo (añadiendo asimismo a aquellos que llegaron después de la firma del acuerdo UE-Turquía). Otra opción sería agilizar los procedimientos de reagrupación familiar para que los refugiados puedan reunirse con el resto de su familia que esté en otros países de la UE.

En cuanto al acuerdo con Turquía se refiere:

Las consecuencias para los refugiados son poco menos que desastrosas, se ven bloqueados en las islas griegas durante periodos de tiempo muy prolongados en condiciones que algunas ONG han señalado como indignas. Un total de 1.094 personas han sido devueltas de Grecia a Turquía por el sistema establecido en este acuerdo. Las solicitudes de asilo casi se triplicaron tras la firma del acuerdo, en comparación con el año anterior, 2015 (51 092 solicitudes en 2016, mientras que en 2015 fueron 13.195).

La frontera entre los asilados políticos (los refugiados) y la inmigración resulta cada vez más tenue. Lo ha afirmado en su reciente visita a España el Alto Comisionado de Acnur, Filipo Grandi, que visitaba recientemente España. Quien carece de lo más básico para su supervivencia y la de su familia... ¿es sólo un inmigrante? ¿Deberían producirse violaciones directas en sus DDHH o situaciones de guerra para que lo podamos considerar así? ¿Es un derecho humano o no lo es el derecho a una vida digna, a disponer de una alimentación, a la educación...?

Pero más allá del debate jurídico y político, hay que decir que la UE está centrada en firmar “pactos a medida” (compacts) para prevenir la inmigración irregular con países como Nigeria, Senegal, Malí, Etiopía, Líbano o Jordania, sin pedir a cambio que se respeten los derechos humanos de estas personas o el acceso a la protección internacional, y condicionando la financiación para el desarrollo al cumplimiento de dichas medidas de disuasión de la inmigración. La UE no se está centrando en adoptar medidas relacionadas con las causas de la migración.

La Comisión Europea acaba de declarar el 7 de junio que tiene la intención de replicar acuerdos similares al de Turquía con otros países de Oriente Medio y África, dotándolos con 8 billones de euros en los próximos cinco años como ayuda al desarrollo si dichos países cooperan en materia migratoria. La intención es dotarles de incentivos positivos y negativos. El peligro es que ese dinero acabe siendo invertido en seguridad y control de fronteras, y no en atajar las causas de la migración: educación, anticorrupción, etc.

Por cierto, muchos países, entre ellos España, están computando como AOD los gastos de acogida de refugiados.

Como conclusión, siempre provisional, a este punto. La UE no tiene más remedio que afrontar el asunto de la inmigración como clave para nuestro futuro. Un continente envejecido sólo puede abrir sus puertas a estas personas.

4. Resto de asuntos.

Terminaré manifestando nuestro acuerdo con los asuntos relacionados en el borrador de conclusiones y que afectan al cambio climático, la agenda digital y las relaciones exteriores de la UE.

domingo, 18 de junio de 2017

Trabajar desde el centro en Europa



Artículo publicado originalmente en El Independiente, el domingo 18 de junio de 2017

En los días que corren hay algunos que se abonan a una especie de reinvención de la cosa pública. Términos como empoderamiento o democracia directa se convierten en los nuevos paradigmas que nos anunciarían que los tiempos de una determinada manera de hacer política habrían caducado y que la nueva política se hace de concentraciones populares en calles y plazas, de rodear a las instituciones de representación y de organizar referendos a diestro y siniestro aunque dividan y no integren a la ciudadanía llamada a votar.

Es un canto de sirena que deberíamos desoír. Quienes defienden esas tesis han leído los libros de historia que les mostraban la estrategia para hacerse con el poder, por el procedimiento electoral, pero dosificando y ocultando las verdaderas intenciones de su propósito de gobierno, para desde el poder sustituir a las instituciones democráticas por esas de democracia directa que no son al cabo otra cosa que una nueva versión de las viejas dictaduras. Buen ejemplo de ello es la “vía democrática venezolana”, que ahora pretende cerrar la Asamblea parlamentaria por una Constituyente para-Soviética, basada en la experiencia cubana… o en la tradición española de los procuradores franquistas de los tercios familiar, municipal o sindical. No importa, muchos de quienes les apoyan son demasiado jóvenes para que les hablen de Lenin o Franco, y respecto de Fidel Castro mantienen un vago sentimiento de respeto al revolucionarismo de los años 60 del pasado siglo, encarnado en la célebre fotografía del “Che” Guevara debida a Alberto Diaz y que todavía algunos lucen en sus camisetas.

Las instituciones de democracia directa no son otra cosa que una nueva versión de las viejas dictaduras

Frente a esos proyectos existe la democracia representativa, la que exige trabajar en las instituciones ofreciendo soluciones a los problemas y no nuevos problemas que alguien se verá llamado a solucionar en un futuro. Y para ello es mejor trabajar desde el centro político. No sólo porque resulte más fácil para entenderse con unos y otros, sino antes que nada por la convicción de que ya todo está ensayado, que todos tienen parte de razón y ninguno la razón exclusiva y porque las ideologías del siglo XIX ya no sirven para afrontar los desafíos del XXI. Las confrontaciones de clases de hace doscientos o ciento cincuenta años produjeron referencias políticas antagónicas que se enfrentaron en parlamentos, calles o campos de guerra; hoy ya sólo existe una gran clase media (si no consiguen algunos que se extinga) que reclama ideas y no ideologías, reformas desde las instituciones y no rupturas revolucionarias.

Las ideologías del siglo XIX ya no sirven para afrontar los desafíos del siglo XXI

Trabajar desde el centro es aspirar a representar a esta sociedad de clases medias en un proyecto integrador y mayoritario, liberal y progresista. Y profundamente democrático. De una democracia representativa en la que quienes representen a la ciudadanía dispongan de un código ético exigente, hayan desterrado definitivamente la corrupción (o se hayan dotado de medios para castigarla) y mantengan el compromiso de que la política es un servicio -quizás el mayor- a nuestra comunidad.

Esto es lo que pretenden Rivera en España y Macron en Francia. Unidos en un proyecto común de reformar y reforzar la idea de Europa como un actor global en un mundo en el que alguna superpotencia anuncia su retirada hacia el proteccionismo. La política tiene tal horror al vacío que tan pronto como alguien se va hay otro que ocupa su puesto. España y Francia, Europa, no pueden quedarse al margen y la construcción europea y nuestra presencia en los mercados debe convertirse en una obsesión para todos nosotros.

Pero eso, sin duda, sin olvidar a quienes puedan quedarse atrás en el proceso. Un proyecto integrador lo es de todos y para todos los ciudadanos. Una respuesta social, de formación o siquiera asistencial -cuando la formación ya no sirva- también deberá encontrarse en el programa.

viernes, 16 de junio de 2017

Intervención en el debate-coloquio sobre el futuro de la UE organizado por el grupo Spinelli



Notas para la intervención en el debate-coloquio sobre el futuro de la UE organizado por el grupo Spinelli. Madrid, 16 de junio de 2017

1. Relanzamiento de la UE tras el Brexit.

  • Se atribuye a Jean Monnet la expresión según la cual «si tuviera que volver a construir Europa lo haría desde la cultura». No parece que ese sea el criterio. Habría que empezar a actuar en el espacio en el que existe un mayor consenso, y este se produce en el triple ámbito de la seguridad, la defensa y la acción exterior.
  • La actitud de la nueva administración norteamericana nos exige replantear la estrategia defensiva (como ya ha empezado a hacerlo la Comisión y aprobará el Consejo la próxima semana), la amenaza cierta del terrorismo yihadista nos lleva también a priorizar un mayor entendimiento en seguridad y en inteligencia y en compartir información (recordemos que en España sólo empezamos a acabar con el terrorismo cuando hubo colaboración entre las fuerzas y cuerpos de seguridad de Francia y España)... y todo esto nos lleva a una política exterior común en la que las decisiones deberían adoptarse por mayoría cualificada y el Servicio Exterior debería integrar los servicios diplomáticos de los Estados miembros.
  • Pero no deberíamos olvidarnos de otros elementos para avanzar en la integración: el económico con la unión bancaria, el debate abierto en el plano institucional respecto de los países que formamos parte del euro, la dimensión democrática de la construcción europea, reforzando al PE como cámara de primera lectura y situando al Consejo como cámara de segunda lectura... y especialmente reforzando el pilar social, no debemos olvidar que 15 millones de franceses fueron a los colegios electorales franceses en la segunda vuelta de las presidenciales a votar por una candidata populista o a votar en blanco o nulo: esas gentes no deberían ser olvidadas en el proyecto de construcción Europeo. Acometer la globalización exige al mismo tiempo prestar una especial atención a quienes más dificultades tienen para incorporarse a ese proceso.

2. ¿Cómo conciliar las diferentes posturas?

  • Me parece muy difícil. Entre los 27 hay de todo, los hay suspicaces con los procesos de integración económica (Suecia o Dinamarca), los hay que son reticentes en cuanto a valores y DDHH (Hungría y su "democracia iliberal", Polonia), los hay que se han negado, lisa y llanamente a cumplir el acuerdo sobre refugiados, que es un acuerdo del Consejo (los dos países mencionados y Chequia)...
  • Creo que resultará más práctico unir las voluntades de los que previamente están —estamos—dispuestos a avanzar más (en lo que se refiere a los escenarios 3 y 5 del documento de la Comisión: 3. Los que quieren más que hagan más y 5. Hacer mucho más juntos).
  • En todo caso, y al igual de lo que ocurre con la respuesta a la globalización, los países de Europa que están dispuestos a avanzar más deberían estar siempre dispuestos a incorporar a los países que ahora no quieren avanzar en el momento en que estén dispuestos a hacerlo. La Europa de las dos velocidades, construida a través del método de las cooperaciones reforzadas, no debería consolidar la existencia de una miscelánea de Estados europeos que tiendan a centrifugarse, por lo mismo que quienes no quieren avanzar más no deberían condicionar a los que quieren hacer más cosas.
  • Una Europa de dos velocidades es lo contrario de una Europa a la carta (que se parecería bastante a lo que se está produciendo ahora), que es la Europa del caos organizativo en el que nos encontramos.

3. ¿Reforma de los Tratados?

  • Cuando se acometen reformas de envergadura, de ámbito constitucional, como sin duda lo son los Tratados de la Unión, debemos proceder a través de un doble consenso: primero, que todos —Estados y fuerzas políticas europeas— quieran cambiar los Tratados y segundo consenso, que tengamos un criterio aproximado acerca de hacia dónde queremos ir: no hace falta que acordemos la letra pequeña desde ya. Pero convendría saber si queremos un servicio exterior común o no, una agenda social europea o una exclusiva de los Estados, y para los países de la moneda común, eurobonos para la deuda que se emita a partir de un momento determinado o no los queremos en absoluto, política fiscal común...
  • Tengo mis dudas de que exista el primero de los consensos, pero estoy convencido de que no existe el segundo, por lo cual supongo que la solución más pragmática es utilizar la vía que ofrece el actual Tratado, la de la Cooperación reforzada, por ejemplo, la del artículo 42 en materia de defensa.
  • Dicho sea sin perjuicio de que piense que el mejor método para construir una Europa federal sea la reforma del Tratado. Una Europa federal que nos permita constituirnos en actores globales en un mundo global en el que alguna superpotencia anuncia su retirada de ese escenario.

viernes, 9 de junio de 2017

Fernando Maura «ante la negociación del Brexit, los ciudadanos deben ser el elemento fundamental de la negociación, deben ser nuestra principal preocupación»

Fernando Maura Barandiarán, diputado de Ciudadanos​, portavoz de la Comisión de Asuntos Exteriores y de la Comisión Mixta para la Unión Europea, ha intervenido en el programa "24 horas - Tertulia temática: Especial Elecciones Reino Unido - 08/06/17"

Escucha aquí el programa completo:




  • «No tenemos más remedio que hacer de la necesidad virtud»
  • «Gran Bretaña siempre había sido el país menos europeo»
  • «El hecho de que el RU salga de la UE debe exigirnos al resto de los europeos a proceder a una integración muy ambiciosa que nos permita ser actores con una presencia global y profundizar en los aspectos económicos y sociales»
  • «Hemos de avanzar hacia una Europa federal, con unos procesos de amplia integración y en los que España debería cobrar un mayor protagonismo»
  • «En el Congreso he recibido a ciudadanos españoles residentes en RU y británicos residentes en España, y quiero poner de manifiesto el apoyo político que debemos prestar a unos y a otros; los ciudadanos deben ser el elemento fundamental de la negociación, lo económico, la factura, vendrá después, pero los ciudadanos deben ser nuestra principal y primera preocupación»

viernes, 2 de junio de 2017

Magreb-Sahel: intervención ante secretaria de Estado de exteriores en Comisión Exteriores



Madrid, Congreso de los Diputadods, 1 de junio de 2017.

Empezaré refiriéndome a las protestas que daban comienzo en Alhucemas y que se han extendido en las últimas semanas por varios puntos de Marruecos. Creo que deben ser un recordatorio de la amenaza que supone para la estabilidad y seguridad de nuestras fronteras con el Magreb; ese cóctel explosivo que conforman la falta de libertades y la pobreza. Otro país, Libia, todavía sufre las dramáticas consecuencias del caos en el que puede degenerar un estallido de descontento popular en una zona en la que las fuerzas del terrorismo yihadista aprovechan cualquier oportunidad para extender el terror en la frontera meridional de la Unión Europea. El antídoto más eficaz para evitar que el terrorismo del ISIS intente repetir la estrategia con la que, desde Libia, en 2012 intentó abrirse camino a Mali, es intensificar nuestros vínculos con nuestros vecinos del sur, tanto en materia de seguridad como de cooperación económica y política, con una labor preventiva para evitar nuevos incendios de consecuencias imprevisibles.

En este marco, España debería tener una especial preocupación por la solución definitiva del conflicto del Sáhara Occidental que, como se ha demostrado recientemente con el incidente de El Guergerat, constituye una bomba de relojería que mina la estabilidad de la zona y sus posibilidades de crecimiento económico y político. España debe emplear las relaciones privilegiadas que el Gobierno mantiene con sus colegas marroquíes para que Rabat se encamine en la cuestión del Sáhara Occidental por la vía del respeto al derecho internacional que el Tribunal de Justicia de la Unión Europea ha reiterado en su sentencia de diciembre. La reacción marroquí ante esta sentencia, amenazando con represaliar a la Unión Europea cortando su cooperación en materia de seguridad y emigración, ha vuelto a poner sobre el tapete que los esfuerzos realizados por el Gobierno español para contentar al Gobierno de Marruecos no bastan para evitar que España -por su posición geográfica, legal e histórica- acabe siendo el país que pague las consecuencias de lo que no es otra cosa sino el cumplimiento de las sentencias de los Tribunales.

En este contexto regional tan complejo es de agradecer los gestos con los que el ministro Dastis está intentando dar un nuevo impulso a las relaciones con la vecina Argelia, el país más extenso de África y del mundo árabe y al que los indicadores de crecimiento señalan como la gran potencia económica de la región.

La buena vecindad de España debe continuar en esa línea de intensificación de las relaciones bilaterales con Argelia con la que el ministro Dastis se ha comprometido en su reciente viaje a Argel. Como el propio ministro ha reconocido, Argelia es un socio estratégico de España, tanto en el plano económico como en el político. Argelia es un país del que los españoles siempre solemos hablar por su vertiente de aliado estratégico en el sector energético o su importante papel en la acogida de los refugiados procedentes del Sáhara Occidental en los campos de Tindouf, pero menos por su inestimable, constante y leal colaboración en la contención del terrorismo yihadista, las mafias criminales o en materia de emigración. La opinión pública española tampoco suele asociar Argelia con el papel que este país desempeña con su gran peso político en el escenario regional y africano. Se suele desconocer que Argelia se ha convertido en un elemento decisivo para la estabilidad en el espacio africano y mediterráneo, especialmente en el Sahel, donde su mediación ha sido clave, por ejemplo, para el proceso de paz en Mali.

Es muy importante que el Gobierno no se aparte de ese rumbo de desarrollo de las relaciones bilaterales con el que se ha comprometido el ministro en Argel, apostando por mayores inversiones y mayor presencia de empresas españolas en Argelia y no sólo en el campo energético. No podemos decepcionar las expectativas creadas en el Gobierno argelino que cuenta y desea que España tenga un importante papel en los planes con los que se propone diversificar la economía y desea la ayuda de España para desarrollar sectores como el de las energías renovables o el turismo. Este es un buen camino para acabar con ese desequilibrio de la política magrebí española que el Gobierno argelino nos ha reprochado tradicionalmente, al sentir que la política practicada por Marruecos lograba un trato privilegiado en Madrid a costa de los intereses argelinos.

La cooperación cultural podría contribuir también a este reequilibrio aportando los medios apropiados para acabar con el desconocimiento mutuo pese a una historia plagada de episodios compartidos.

La misma política de intensificación en las relaciones bilaterales debe perseguirse con Mauritania, otro país clave para España por su importantes relaciones económicas con las islas Canarias que no se limitan a los intereses pesqueros. Mauritania, con su proximidad a las islas Canarias es un país clave para España con su intensa cooperación en materia de seguridad contra el terrorismo yihadista y en las políticas de contención de la emigración ilegal subsahariana a través del Atlántico, con destino a las islas. Sin embargo, la ya citada reciente crisis de El Guerguerat en el Sáhara Occidental, a escasos kilómetros de la frontera mauritana ha puesto en evidencia cómo el conflicto del Sáhara Occidental pone en juego la seguridad regional, tensando las relaciones entre Marruecos y Mauritania.
Por otra parte, España aspira a ocupar un puesto en el Consejo de Derechos Humanos (CDH), el principal órgano de las Naciones Unidas en materia de derechos humanos durante el periodo 2018-2020. La campaña con la que el Gobierno ha promovido esta candidatura tiene como uno de sus lemas “la firme voluntad de contribuir a la defensa y promoción de los derechos humanos en el mundo” y destaca que “España es un país profundamente comprometido con los derechos humanos, tanto en el plano interno como en el de la acción exterior del Estado”. El propio ministro de Exteriores ha subrayado en sus eventos de promoción de la candidatura que la importancia de la prevención y de la lucha contra la impunidad en los casos de violaciones de derechos humanos como requisito indispensable para asegurar la paz y la seguridad y que si el próximo otoño el Gobierno logra el triunfo en esta difícil carrera frente, se compromete a trabajar por la libertad, la justicia y el estado de derecho.

No se puede estar más de acuerdo con estos argumentos y propósitos. Por ello, en caso de que el próximo otoño España logre triunfar en este complicado objetivo en el que se enfrenta a competidores tan duros como Francia y Australia, España debería empezar por actuar de manera más activa en el ámbito, tanto geográfico como de responsabilidad más próximo, como es el caso del Sáhara Occidental, del que la ONU sigue considerando a España su tutor legal. Se trata del único conflicto del mundo en el que España tiene un papel que cumplir por estricto cumplimiento del derecho internacional, vínculos históricos y esa solidaridad y sensibilidad con los derechos humanos que, como muy bien ha dicho en reiteradas ocasiones el ministro, está muy arraigada en el sentir de los españoles con todas las víctimas de los derechos humanos, pero más aún con este pueblo que ocupa un lugar muy especial en el corazón español por historia, cultura, lengua y proximidad geográfica. España, aún potencia administradora de iure, debería ser la primera nación en luchar por la libertad, justicia y respeto de los derechos humanos para el pueblo saharaui, activando la solución de un proceso que desde 1991 permanece enquistado; denunciando las repetidas violaciones de los DDHH que se practican en Marruecos especialmente en contra de la población saharaui bajo su control o, por ejemplo, velando por el cumplimiento de la sentencia europea que el pasado mes de diciembre confirmó que la explotación y comercio de los recursos y productos del Sáhara Occidental por parte de Marruecos es ilegal.

Hay además una acción de prevención de esa impunidad que el ministro ha señalado con acierto que es clave para asegurar la paz y la seguridad internacional que España debería afrontar de inmediato si lograse, como esperamos, triunfar en esa carrera por ocupar un asiento del Consejo de Derechos Humanos: trabajar para que los cascos azules de la Misión para el Referéndum del Sáhara Occidental de la ONU (MINURSO) deje de ser la única misión de mantenimiento de la paz moderna de la ONU que carece de mandato en materia de derechos humanos.

En definitiva, reequilibrar nuestras relaciones en la región y hacerlo desde el consenso, que debería presidir a ésta como política de Estado con mayúsculas, al que ofrezco como siempre el concurso de nuestro grupo.
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